Es cierto que se ha roto un récord en la elaboración de una, o mejor dicho, varias vacunas para controlar la pandemia y disminuir el número de casos críticos y muertes. Todas ellas, con sus diferencias como todo en la vida, han resultado ser efectivas, hasta el punto de alcanzar otro gran logro científico, como lo es llevar a cero la tasa de mortalidad en el Reino Unido, que luego de negar el problema, éste los golpeó de forma dura, que los llevo a la rectificación y a sumar esfuerzos para combatir la pandemia, cosa que por estas latitudes hace falta.
Sin embargo, como pasa en otros ámbitos, el mundo parece separarse en dos. Por un lado, están los estados ordenados, que reconocen el problema y lo manejan de la mejor manera posible, centrando los esfuerzos en la vacunación y control de la pandemia, al menos los casos críticos que tienen un alto riesgo de muerte. Estas buenas noticias han sido destacadas por la prensa, hasta darnos la sensación de que hemos llegado al fin de la pandemia de COVID-19. Nada más alejado de la realidad.
Por otro lado están los estados con problemas y limitaciones para realizar los análisis, otros que niegan el problema o simplemente parece no importarles la vida de sus ciudadanos Este panorama hace que el COVID-19 pueda seguir avanzando y con ello generar el colapso de sistemas sanitarios deficientes o inexistentes, y por ende muertes de las personas infectadas.
Ante esta situación la OMS y OPS han adoptado una política más agresiva, incluso con campañas pagas (no sé si les han aparecido los anuncios en la web o Twitter), advirtiendo sobre que el problema sigue latente y que las medidas de contención deben seguir.
Les presento algunos datos emanados por estos organismos en los últimos días y que me parecen claves:
- Hoy en día solo el 3% de los latinoamericanos han recibido la segunda dosis de la vacuna.
- Solo tres países han logrado vacunar a más del 10% de la población.
- En tres meses más (agosto 2021), la cantidad de infectados por SARS-CoV-2 superará a la cifra del 2020.
Datos alarmantes que nos dicen que aún estamos lejos del final, que debemos seguir con las medidas de contención, aunque seas del afortunado 3% que está vacunado. Como profesionales del laboratorio clínico, deberíamos formar parte de ese 3%. Pero eso está lejos de ser una realidad.
Confieso que a veces me siento abrumado con tanta información y reportes, tantos las verdades científicas, como las virales fake news (noticias falsas). Quizás también he abandonado un poco el tema por saturación, pero en estos días una colega y amiga me hizo reflexionar sobre el mismo, y con preocupación, sobre lo poco informados que estamos, aún cuando estamos trabajando con muestras de pacientes afectados.
Para poner un poco de orden y contribuir con el mejoramiento del ejercicio profesional, estamos elaborando un curso de actualización sobre COVID-19, pero desde una perspectiva de la enfermedad y cómo el laboratorio clínico participa en las diferentes etapas del proceso clínico, es decir cómo contribuimos al diagnóstico, pronóstico y seguimiento del paciente COVID-19.
Estamos poniéndonos al día, revisando diversas fuentes bibliográficas, para descifrar la enfermedad y llevarte la información digerida y de una forma sencilla (videos), para que la transformes en un sólido conocimiento.
Este mes de junio tendremos una encuesta sobre el manejo del COVID-19 en los laboratorios y un in vivo (jueves 24 a las -4 GMT) muy especial, donde discutiremos un artículo científico sobre cómo a partir de pruebas de rutina, se puede tener una buena certeza de infección por COVID-19, basados en machine learning, con un enorme potencial, sobre todo en la región donde los recursos son escasos.
Saludos
Alfredo Gallardo Acevedo
02 de junio de 2021
